Qué fecha, a qué hora, nace un amor es algo difícil de precisar. ¿Nace la primera vez que vemos a la persona amada? ¿O la primera vez que, al buscarle los ojos, nos encontramos correspondidos con la misma mirada, esa que no pretende ver sino entrar a través de las pupilas? ¿Nace la primera vez que pronunciamos su nombre como si invocáramos todo el universo? ¿Nace cuando se dice, cuando se reconoce? ¿Nace y crece tan poco a poco que no se sabe cuándo nació? Nadie registra, cronómetro en mano, la fecha de nacimiento de un amor. Pero todo el mundo necesita un número rodeado con rotulador rojo en el calendario.

miércoles, 4 de abril de 2012

Seguir adelante

He reído solo para hacer creer a la gente que soy feliz. He llorado hasta que no quedaron más lágrimas en mi interior. He perdonado lo imperdonable. He querido como nadie lo hará jamás. He conseguido fuerzas donde ya no quedaba nada. He hecho reír a la gente con mil y una tonterías. He tenido el valor de construir un futuro que jamás se hará realidad. Me he comportado como una niña pequeña solo para que vieran que todavía queda algo inmaduro dentro de mí. He sido el pañuelo de lágrimas de aquellos que se han derrumbado en el camino. He llamado por teléfono solo para que se acordaran de que existo, que sigo aquí. Me he hecho la sorda solo para no oír lo que no quería escuchar, y la ciega para no tener que ver lo que dolía. He conocido al primer amor. También he tenido en frente al desamor. He tenido la valentía para decir lo que pienso en todo momento. En ocasiones, me he tragado mi orgullo para no perder a personas importantes. He guardado cientos y cientos de lágrimas para hacer creer que soy fuerte. He tenido momentos de locura solo para ver cómo la gente sonríe y es feliz. Y hoy, he sido capaz de levantarme, mirar al frente y seguir adelante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario